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Calamardo Tentáculos: la realidad laboral; o de cómo el cinismo nos salvará el alma

 

No dejes que tu corazón se escape, a menos que a tu cerebro le salgan pies y lo siga

-Patricio Estrella-

 

Lo cierto es que las cosas no van bien. En el actual ambiente de controversia por la reforma a la Ley Federal de Trabajo en México la desinformación es una constante, rumores terribles sobre salarios que serán aún más paupérrimos no se dejaron esperar. Lo más certero es que una reforma que se esperaba histórica resultó en un remedo, un vulgar parche a la deteriorada figura legislativa que era y la causa no es otra que la falta de consenso dentro de la Cámara.

Mientras una bancada se retira en plena votación, el presidente halaga la parcial aprobación de la reforma y opiniones y manifestaciones encontradas se dan aquí y allá y lo único que va quedándonos es la actitud.

Calamardo Tentáculos, del programa de Nickelodeon, Bob Esponja (SpongeBob SquarePants), es ciudadano de Fondo de Bikini, una ciudad submarina que aventuro, por el nombre, que se ubica bajo el atolón Bikini en el Pacífico sur, forma parte de la nación insular de las Islas Marshall y actualmente está deshabitado. A mediados del siglo XX fue sitio de pruebas nucleares y estuvo bajo administración estadounidense hasta 1990, pero eso no es lo importante.

Calamardo vive entre las casas de Patricio y Bob Esponja, y como éste último, trabaja para Don Cangrejo en el Crustáceo Cascarudo. A Calamardo no le gusta su trabajo, de hecho lo detesta y no tiene empacho en admitirlo. Le hecha en cara a Don Cangrejo las deplorables condiciones en que los mantiene laborando: horas extras, un salario infame, ni un día de vacaciones, en algunos capítulos nos enteramos que lejos de pagarles, Don Cangrejo eventualmente les cobra, entre otras cosas hilarantes. Pero de broma en broma la verdad se asoma.

La situación no dista mucho de lo patético que es trabajar en el Crustáceo. La generación que ahora egresa, la mía, y las siguientes, nos topamos con un cada vez más difícil ambiente laboral. Pocas esperanzas de mejora se esfuman al darnos cuenta de que cada vez somos más y cada vez hay menos. Lo más triste es que hasta cierto punto es natural: la tecnología nos  ha hecho prescindibles. Habrá que encontrar nuevas cosas qué hacer, que aún no pueda hacer una computadora o un robot y ser felices mientras dure.

Aún más, ante el sombrío panorama financiero mundial, el apocalipsis parece cantado.

Pero no todo es tristeza y amargura, desolación y oscuridad. Calamardo nos enseña que el cinismo en una vía. O, quizás, La Vía.

Calamardo soporta su mediocre vida porque en el fondo cultiva algo que a todos se nos olvida: el alma. Clarinetista, pintor, escultor, coreógrafo, jardinero y diseñador de interiores, Calamardo sabe de la vida. No tiene reparo en restregarle a otros su superioridad intelectual y, aunque egocéntrico, su cinismo no es consecuencia de otra cosa más que de su ambiente: monótono, plano y anodino. Su trabajo lo explota a él, no a su talento y como siempre, hay alguien con más suerte que quizás no debería gozar de tantos de sus sueños, Calamarino Elegante. En fin, es Calamardo contra el mundo.

El cinismo, por su parte, fue una escuela de pensamiento griega surgida alrededor del siglo IV a. c. y que sobrevivió hasta el siglo V de nuestra época. Reinterpretaron la doctrina socrática, elaborando un modo de vida muy austero, el cual les valió el nombre (cínico, del griego kyon, perro).

Quizás la vida de Calamardo no parezca muy austera con su queso importado o sus baños de burbujas. Pero los cínicos no sólo se desprendieron de lo material, sino que pensaban que la verdadera civilización y la dicha se conquistarían por la autonomía y el espíritu. ¿Qué más le da a Calamardo que Don Cangrejo le cobre en vez de pagarle si al llegar a casa pone un disco? La actitud de Calamardo es realmente cínica, pese a toda disonancia encuentra la manera de adecuarse al entorno: los cínicos buscaban la comunión con la naturaleza (ellos inventaron la palabra cosmopolita, que en su etimología, literalmente significa ciudadano del universo). Calamardo, en la música, encuentra esta unión. No son pocos los capítulos donde el personaje alcanza la alegría, que en tantas otras ocasiones se le escapa, con la música. El velo de irreverencia y amargura es sólo un escudo contra el resto. Calamardo mantiene limpia y sana el alma, y eso es justo lo que deberíamos de comenzar a hacer al tiempo que buscamos empleo.

Por más Crustáceo Cascarudo y Don Cangrejos que encontremos, hay que tener presente que el alma no vive de dinero, sino de lo que cada uno ame.